

Los españoles se hartan del ruido
"Lo único que nos diferencia de otros países es que somos más ruidosos", sentenció recientemente sobre España el escritor Ignacio Peyró en las páginas de El País. Sin embargo, muchos españoles han pasado hoy de aceptar el ruido como una parte del paisaje a rebelarse contra él.
La primera vez que los extranjeros entraban en un bar en España solían confundir el alboroto de las charlas con una pelea.
En verano, la tendencia se acentúa, porque el calor traslada la vida a la calle, a las terrazas de los bares, y llegan las fiestas, la de San Juan, San Pedro, San Fermín, la Virgen del Carmen, el Orgullo, con sus altavoces o sus fuegos artificiales.
"Tenemos tantas palabras para fiesta —jarana, parranda, juerga, cachondeo— como los esquimales para la nieve", argumentaba Peyró.
En unos veranos cada vez más tórridos, y en barrios como Chueca y Malasaña de Madrid, El Born y Gràcia en Barcelona y El Carmen de Valencia, muchas viviendas antiguas carecen de aire acondicionado y dormir con las ventanas abiertas es imposible.
- El sosiego portugués -
"Si tienes el sueño ligero, pues es imposible" dormir, cuenta a la AFP Toni Fernández, un peluquero de 58 años que lleva 15 viviendo delante de una terraza de bar en el barrio de Chueca, y que sueña con mudarse "cuando pueda, que será en breve".
"Creo que los portugueses tienen otra cultura de hablar muchísimo más bajo, porque yo mismo me doy cuenta de que hablo alto" al ir a Portugal, explica Fernández, que es de Vigo, ciudad gallega pegada al país vecino.
Y en un clima nacional de tolerancia, a quienes se quejan se les acusa "de tiquismiquis [quejicas], antisociales, hipersensibles", relató a la AFP Yomara García, presidenta de Juristas Contra el Ruido y abogada, durante un congreso de acústica en Málaga.
"El derecho a la intimidad personal, a la inviolabilidad del domicilio, que coloquialmente se denomina derecho al descanso, es un derecho jerárquicamente superior" al "mal llamado derecho al ocio, porque no es un derecho fundamental", sostuvo García.
- "Esto es España" -
Más allá de las habituales denuncias contra los bares, los litigios por ruidos se han extendido últimamente a los conciertos del Santiago Bernabéu, obligando al Real Madrid a suspenderlos, a las pistas de pádel --el deporte de raqueta de moda en España--, y a las fiestas patronales.
Alcanzan incluso a los patios de las escuelas en Barcelona, llevando al Parlamento catalán a protegerlos decretando que están exentos de las normativas sobre ruido.
La proliferación de asociaciones contra el ruido, como la Asociación Catalana contra la Contaminación Acústica (ACCCA), la Red Vecinal Contra el Ruido (Xavecs, catalana), la Federación de Asociaciones Contra la Contaminación Acústica, la Campaña contra el Ruido, la Federación de Asociaciones contra el Ruido, se explican desde este cambio de actitud.
El Centro del Silencio, en Madrid, proporciona calma a unos 50 usuarios semanales. Está gestionado por religiosas dominicas,y cuando abrió en 2011 era una rareza.
Ahora, en cambio, "hay muchísima oferta de espacios de retiros, de silencio, de meditación", explica a la AFP su directora, Elena Hernández Martín, religiosa dominica de la orden de predicadores, que, dice, "predica con el silencio".
Ana Cristina Ripoll es una profesora de filosofía de 59 años que acude al centro, y no cree que la actitud hacia el ruido haya cambiado mucho en España.
"No creo que haya ninguna concienciación. Yo cuando alguna vez en el metro le digo a la persona que está al lado que si puede poner el móvil más bajo porque ponen la música (...), a veces se enfadan", narra.
"Incluso hay gente que te dice que 'esto es España'", sentencia.
H.Dolezal--TPP